 El punto es la unidad más simple, irreductiblemente minima, de  comunicación visual. Cuando  hacemos una marca, sea con color, con una sustancia dura o con un palo,  concebimos ese elemento visual como un punto que pueda servir de  referencia o como un marcador de espacio. Cualquier punto tiene una  enorme fuerza visual de atracción para el ojo, tanto si su existencia  es natural como si ha sido colocado allí por el hombre con algún  propósito.
El punto es la unidad más simple, irreductiblemente minima, de  comunicación visual. Cuando  hacemos una marca, sea con color, con una sustancia dura o con un palo,  concebimos ese elemento visual como un punto que pueda servir de  referencia o como un marcador de espacio. Cualquier punto tiene una  enorme fuerza visual de atracción para el ojo, tanto si su existencia  es natural como si ha sido colocado allí por el hombre con algún  propósito. Dos puntos constituyen una sólida herramienta para la medición del  espacio en el entorno o en el desarrollo de cualquier clase de plan  visual. Aprendemos pronto a utilizar el punto como sistema de notación  ideal junto con la regla y otros artificios de medición como el compás.  Cuando vemos que los puntos se conectan y por  tanto son capaces de dirigir la mirada. En gran cantidad y yuxtapuestos,  los puntos crean la ilusión de tono o color.
 
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